Fabián “Feco” Correa (45) se define “porfiado, como todo petiso” y aunque la frase surge medio en broma, no deja de ser cierta. Y es que su obstinación e insistencia ante determinadas circunstancias de su vida lo llevaron a superarse y a mantenerse en pie, pese a los obstáculos que tuvo.
Es uno de los referentes del tatuaje local, con más de 30 años de experiencia. Se inició en un mundo que veía su actividad como marginal y en el que la comunidad juzgaba, pero asegura que el arte siempre estuvo para salvarlo.
Es difícil no congraciarse con Gustavo Alejandro Jaluf (55), el reconocido profesor de educación física de San Francisco que hizo del baile su forma de vida. El hombre esboza una amplia sonrisa y brinda un fuerte apretón de manos cuando recibe a El Periódico en su segunda -o quizás, principal casa-, el salón de su Academia Ritmo Azul, que mantiene vigente desde hace 23 años.
Uno de los exponentes con más trayectoria en San Francisco decidió dejar de dar clases porque dice haber cumplido un ciclo. Nació predestinado por su padre al que lo deslumbró Arturo Greco y se puso los patines –asegura- mucho antes de estar en el vientre de su madre.
Lleva más de 25 años de trayectoria como profesor. Además de distinguirse por su compromiso pedagógico hacia sus alumnos y su seriedad, también lo hace por su particular forma de vestir: elegante, cual caballero de otra época. Docente de Historia, tiene su faceta investigadora y asegura que “queda mucho por escribir sobre la historia local”.
Mario Héctor “Poly” Panero (52) es uno de los exponentes destacado de la cultura popular de San Francisco. El folclorista y remisero de profesión, como se presenta, es una modesta celebridad local al que le pasan cosas que, aunque lo hacen sonrojar, no dejan de ser dignas de la fama que ganó arriba de los escenarios, como gente pidiéndole que le cante algo mientras la traslada en el remis, o que mande saludos por audios o hasta que salga en algún video.
Gustavo Panero (52) vive apaciblemente en un pequeño departamento de calle San Juan en barrio Vélez Sarsfield. Hasta 2019 fue el propietario de Aquelarre, bar emblema del under rockero en San Francisco. Hoy pasa sus días a bordo de un remis, alejado de la noche aunque recuerda con nostalgia aquellas veladas llenas de música que, según sostiene, una ordenanza se ocupó de quitarle a las bandas la posibilidad de mostrarse en vivo.
La joven de San Francisco es instructora de baile y se luce cada vez que sube al escenario. Deja un mensaje contra la discriminación e incentiva para que todos puedan practicar la disciplina que sueñan sin importar “el qué dirán”.
Hizo bailar a miles, quizás a millones de personas. En San Francisco y en la región, Néstor Cacchiarelli (56), abogado, vinculado al rubro de la construcción, y empresario de discotecas bailables, agigantó su nombre con Atlantis, su “boliche” insignia y un fenómeno que potenció con la creación de otros locales bailables que fueron replicados en localidades de una amplia zona.
Silvia Seghezzi tiene 60 años y es parte importante del elenco de “Encuentados”, la obra infantil con la que La Comedia San Francisco trata de resaltar la importancia de la lectura en una era atiborrada de tecnología y en donde ella representa a una bruja benévola.
Incursionó en la ebanistería cuando tenía apenas 12 años. Dijo que comenzó por necesidad y se transformó en una pasión que llevó hasta sus 78 años.
Fue campeón de tiro práctico, ganó varias veces el premio a mejor deportista del año en dos disciplinas diferentes, pero hoy se enfoca en la docencia a los efectivos de la fuerza.