A un año del violento temporal, todavía quedan marcas

Hace un año, una feroz tormenta de lluvia y viento puso en vilo a la ciudadanía en San Francisco. Hoy, no solo quedan cicatrices de lo que se vivió esa madrugada en los espacios verdes sino también en la gente.

Programas - El Periódico 14/12/2019

Era como un zumbido. Quienes ya descansaban en la madrugada del 14 de diciembre del 2018, hace justamente un año, advertían que algo pasaba fuera de sus casas. Los que estaban en la calle trataban de llegar a algún sitio seguro porque veían venir la tormenta.

El zumbido se agudizaba a cada segundo que pasaba hasta que el viento empezó a arrasar con sus ráfagas de más de 100 kilómetros por hora que castigaban, como si fuesen látigos, a la ciudad, derrumbando a su paso árboles, postes y estructuras de cemento, volando techos de chapa, antenas, cartelería y hasta dando vuelta camiones de gran porte de una firma comercial. También muchas vidrieras estallaron. Al mismo tiempo se produjo una intensa lluvia. En unos seis minutos, la naturaleza provocó un desastre, algo que no se veía desde el tornado de 1987.

La antesala del temporal había sido un día de extremo calor, con temperaturas agobiantes. Así lo recuerda Leticia Mansilla, quien junto a su marido, su hijo que tiene hoy 10 años y una bebé recién nacida, vieron las chapas del techo de su casa en barrio Parque desprenderse violentamente para quedar a la deriva: “Hizo un calor como el de hoy (por el miércoles). Cuando hacen estos calores me viene todo a la cabeza y está pronosticado lluvia”, señaló a El Periódico.

Sobre la noche del temporal recordó que para ella y su familia “fue de terror” y que su desesperación fue muy grande: “Se cortó la luz, a los diez minutos recuerdo que se vino todo abajo, una desesperación porque no sabíamos qué hacer. Fue como una explosión que nos arrancó el techo, no entendíamos nada”.

Barrio Parque y su zona aledaña (La Florida, San Francisco y Hospital) fue el más golpeado ya que según información del gobierno municipal el 90 por ciento de los hogares afectados eran de ese sector. Parecía literalmente un campo minado, con árboles, chapas, y postes caídos sobre las calles.

Un árbol sobre la casa

La familia Mitchlig de barrio La Florida peregrinó durante más de dos meses por cuanta oficina municipal pudo para conseguir que los ayuden a sacar un enorme eucaliptus que quedó apoyado sobre el techo de una habitación de la casa. Pero no lo logró, ya que solo personal municipal le cortó algunas de las ramas más grandes al ejemplar. Luego, un informe de un ingeniero de Infraestructura señaló que la casa no tenía peligro de derrumbe, aunque seguía con el enorme árbol encima.

“Era un eucaliptus del vecino que cayó y tumbó el tapial de la medianera, la instalación de gas y destruyó parte de la habitación de mi hija, que esa noche se encontraba durmiendo”, recordó Roberto Mitchlig.

El vecino afirmó que el árbol estuvo sobre el techo durante más de dos meses, lo que le ocasionó serios daños a la infraestructura de la casa: “Vinieron de la Municipalidad a ver la situación, luego cortaron las puntas. Volvieron una vez más y cortaron otras ramas pero trabajaron solo una hora porque tenía que cortarle la luz a todo el barrio. Se fueron y dejaron el tronco del árbol en el mismo lugar”.

Mitchlig manifestó que desde el municipio evaluaron los daños e hicieron un informe que la construcción no corría peligro. “Además del árbol el tapial estaba caído, pedimos contenedores y sacamos todo nosotros. Para el árbol necesitábamos una grúa para moverlo, así que lo hicimos por medio de un particular”, agregó.

La caída del eucaliptus destrozó el alero de la casa, parte de la losa y la membrana que estaba colocada: “Entraba agua por todos lados, cuando llovía andábamos secando todo el tiempo. Con el tiempo arreglamos la losa, la membrana y el alero pero todavía hoy seguimos teniendo problemas”, aseguró.

Si tener semejante planta apoyada sobre su vivienda fue un dolor de cabeza para esta familia, luego cuando llegaron las facturas de los arreglos la dolencia se agravó, ya que la tormenta les costó unos 100 mil pesos: “Pagamos gastos de limpieza, contenedores, el sacar el árbol, esperamos unos meses y arreglamos la losa de la pieza, hicimos el alero y la membrana. Tuvimos que hacer la conexión de gas nueva, poner un tapial más la pintura”, enumeró. Aún les resta arreglar el tanque de agua, que también quedó averiado.

Sí, aclaró Mitchlig, recibió un subsidio de 21 mil pesos de parte de la Provincia: “Nos dijeron que la construcción era bastante buena, si no hubiese sido peor”.

Plazas y parques, la sombra que se perdió

Las violentas ráfagas de viento tiraron y dañaron más de 1000 árboles y plantas en toda la ciudad, según registros oficiales en una primera instancia. Las tareas de limpieza y recolección de ramas e inertes duraron meses, en medio de la impaciencia de los vecinos de por medio.

Caminar por las plazas y parques de la ciudad, entre ellas la Vélez Sarsfield, General Paz y el Cincuentenario, hoy sigue siendo desolador porque el faltante de ejemplares es muy notorio.

“Toda la sombra que nos falta”, exclama un abuelo que hamacaba a su nieto en la plaza Vélez Sarsfield en una recorrida por el lugar de El Periódico. Si bien se observan nuevos árboles que fueron colocados, estos, claro, demorarán en crecer. Más todavía si no se controlan: “A las plantas nuevas se las comen las hormigas, fíjate”, agrega el hombre.

Desde la Asociación para el Medioambiente y su Dinámica (Amad), cuestionaron ese número y aseguraron que los árboles dañados fueron unos tres mil según su conteo.

El papel de Bomberos Voluntarios, pieza clave  

Los bomberos recuerdan el día por su intensa labor de casi 24 horas ininterrumpidas de trabajo. La situación era tal, que se decretó una alerta roja para todos los profesionales que integran la Federación de Bomberos de la provincia de Córdoba, que, pasadas unas horas del temporal, arribaron a la localidad para brindar más colaboración.

Los voluntarios no estuvieron solos porque desde el primer momento los colegas retirados volvieron a sentir la adrenalina y se pusieron al servicio de la comunidad. En total fueron 70 bomberos locales y 140 dotaciones que acudieron de la provincia de Córdoba. Las operaciones estuvieron al mando del comisario general Hobey Salvático.

Las instalaciones de Garibaldi también se vieron perjudicadas. La caída de la emblemática sirena general, vidrios estallados, portones dañados, antenas y mampostería derrumbada y los cables caídos habían cortado totalmente las comunicaciones telefónicas y radiales.

“Cuando llegué y vi el establecimiento me encontré con un panorama desolador. Los daños eran cuantiosos, pero en ese momento no decidimos hacer ningún tipo de balance sino que nos dedicamos a la emergencia”, recordó Darío Muratore, presidente de la comisión directiva.

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