Yo Digo - Adrián Taranzano

En una entrevista con El Periódico TV, el ex sacerdote sanfrancisqueño contó por qué dejó esa función en la Iglesia y explicó su rol como investigador científico de la Biblia, aclarando que no hay que tomarla como un relato de hechos históricos sino que tiene mucho de leyenda.

Programas - Yo Digo 17/08/2022 El Periódico TV El Periódico TV

Yo Digo - Adrián Taranzano

Sin dudas que para muchos creyentes desayunarse con la idea de que Jesús no nació un 25 de diciembre o que los relatos de la Biblia tienen una buena parte de fantasía y de contradicciones, puede causarles bastante sorpresa. Y esto porque prevalece la idea de que aquello que dice la Biblia, fue así porque lo dice la Biblia y punto, tema cerrado. Alguien que pone en entredicho varios relatos y saberes transmitidos por la Iglesia es Adrián Taranzano, quien en 2016 renunció como sacerdote y comenzó una etapa distinta en su vida.

El sanfrancisqueño sigue vinculado a la religión, pero ahora como exégeta, es decir, como especialista en el estudio científico de la Biblia y más concretamente sobre el llamado “Jesús histórico”, que estudia al hombre distinto al de los relatos milagrosos de los evangelios.  

Sin embargo, Taranzano deja en claro que su alejamiento del sacerdocio no se produjo por un “portazo” o “enojo”, sino que fue una decisión madurada y que no está peleado con la Iglesia. Y si bien admite que sus revelaciones o estudios pueden causar cierto shock en la fe religiosa, resalta que la exégesis bíblica no van en contra de la fe, sino que por el contrario, se trata de saberes que la propia Iglesia puede tomar para su actualización.

Taranzano participó de Yo Digo, el programa de entrevistas de El Periódico TV que también se emite por El Periódico Radio FM 97.1, y contó por qué años atrás decidió dejar de ser sacerdote (o presbítero, como él dice que es más correcto) y también qué importancia tienen los estudios científicos de la Biblia.

“Fue doloroso porque siempre amé lo que hacía. Pero en la vida se cambia, se adquieren otras perspectivas, otras maneras de ver y a veces llevan a estas decisiones”, dijo sobre su renuncia.

 

- ¿Por qué decidiste dejar el sacerdocio después de tantos años?

- Fue una decisión muy difícil e incluso dolorosa, porque siempre viví con mucha alegría el ministerio. Yo entré el seminario a los 17 años, de manera que fue toda mi vida, prácticamente. Nunca esperaba tomar una decisión así, pero en la vida siempre hay situaciones que nos desconciertan. Fue una decisión difícil pero necesaria, porque había un deseo muy profundo de orientar mi vida en otra línea, formar una familia, tener otra realidad. Y otro espacio que siempre me había apasionado como el estudio y la investigación también lo podía hacer no vinculado a esa función. Fue una decisión adecuada, en ese sentido siempre tuve el acompañamiento del obispo, muchos sacerdotes y gente que estuvo cerca. Ahí está el punto, saber respetar las decisiones y acompañar en la búsqueda que todos tenemos de la felicidad. Uno necesita crecer y desarrollarse más allá de que no esté dentro de los cálculos iniciales.

- Es decir que si bien fue una decisión en busca de una felicidad, también fue dolorosa porque implicaba dejar atrás buena parte de tu vida personal.

- Exactamente. Esto indica que como sacerdote no estaba ejerciendo algo exterior a mí, sino algo con lo que estaba muy involucrado. Fue doloroso porque siempre amé lo que hacía. Pero en la vida se cambia, se adquieren otras perspectivas, otras maneras de ver y a veces llevan a estas decisiones. Se dan en todos los ámbitos, pero muchas veces que ocurra con un presbítero llama más la atención.

- Suelen ser portazos que se pegan, en tu caso decís que fue una decisión más dialogada.

- No fue un portazo ni un enojo. Fue una decisión llevada adelante con tiempo, acompañado. Me acuerdo las charlas muy sinceras que tenía con Sergio Buenanueva, el obispo.

- Aunque te alejaste de tu función como presbítero, seguís vinculado a la religión como un estudioso de la Biblia. ¿Para qué sirve estudiar la Biblia y cómo se hace para estudiar cosas que pasaron hace tantos años y que quizás no hay tanta documentación, como por ejemplo el Jesús histórico?

- La especialización que yo tuve en la licenciatura fue en exégesis bíblica, en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, y luego pude continuar un doctorado en teología en Múnich. ¿Para qué sirve? Para mucho. No solamente para el ámbito religioso, hay numerosos especialistas vinculados a la Iglesia pero también se trata de una disciplina que tiene un peso en sí mismo. Podríamos decir que es una rama del saber y siempre el saber es un aporte a la sociedad. La exégesis bíblica es también un aporte al creyente, algo que puede llamar la atención porque quizás prevalece otro tipo de lectura de la Biblia, y quizás una lectura más científica puede llamar la atención. Aportes que incluso la Iglesia va recepcionando de distintas maneras y que incluye en sus ámbitos académicos. Por ejemplo, la doctrina tradicional sostenía que el pentateuco, es decir los cinco primeros libros de la Biblia, habían sido escritos por Moisés, la figura por excelencia del pueblo judío. Hoy ningún especialista lo sostiene desde el punto de vista histórico-crítico. La Iglesia defendía esta postura en su momento, hoy acepta sin mayores problemas que no ha sido escrito por Moisés. De manera que es un aporte para el saber, también para el creyente.

- Esta caracterización de Moisés entonces lleva a la pregunta de si la Biblia no debe entenderse como una sucesión de relatos verídicos o que pasaron así como se los cuenta.

- Es una pregunta interesante porque durante mucho tiempo prevaleció y en algunos ámbitos prevalece una lectura literalista de la Biblia, desconociendo la naturaleza misma de su escritura. Hay una dimensión histórica que está entremezclada con una creación y relato teológico, y allí el exégeta entra con la lupa. Pero también hay géneros literarios que de ninguna manera se pueden entender al pie de la letra. Por ejemplo, la Biblia menciona que el pueblo de Israel se origina a partir de una única figura, Abraham. Hay un exégeta español muy lúcido que lo dice de una manera muy libre: eso es absurdo, a nadie se le ocurre pensar que un pueblo puede tener un único antepasado. Sería como decir que la Argentina se formó a partir de una persona. Es imposible. A lo que la Biblia le interesa es subrayar la unidad del pueblo de Israel en el momento en que se construye ese relato, pero no se puede entender de manera histórica o literal.

- Si admitimos que la Biblia tiene entonces relatos fantasiosos, ¿este estudio científico de la Biblia no atenta contra la fe de las personas creyentes? Si toda la vida creyeron que lo que dice la Biblia es así, ¿de qué se agarran ahora?

- Hay muchos ámbitos en los que este tipo de afirmaciones les parece un ataque a la fe. Creo que es una percepción inadecuada de los estudios bíblicos, porque, repito, se cultivan en ámbitos confesionales. No es un atentado contra la fe, quizás sí puede ser contra una manera más literalista y en algunos casos fundamentalista de la fe. Un conocido al que aprecio mucho insiste en que el relato del arca de Noé tiene que ser histórico. No importa si hay versiones encontradas, si era imposible que en esa época hayan conseguido tantas toneladas de madera. No, lo dice la Biblia y punto, tiene que ser histórico porque si no se cae todo. Evidentemente está partiendo de premisas equivocadas, hoy sabemos que en la Biblia no encontramos un libro de historia, conviven diversos relatos. Incluso relatos que se contradicen. No encontramos homogeneidad, sino diversidad. Tener este tipo de aproximación, admito, puede provocar cierto shock.

- Claro, para mucha gente puede serlo al descubrir que lo que creyeron durante todos estos años resulta que no era así.

- En algunos ámbitos se dice que esto hay que estudiarlo pero no decírselo a la gente. Eso me molesta muchísimo, sobre todo porque es subestimar la capacidad crítica de la gente y mantener un infantilismo. El problema no son los biblistas, sino la falta de actualización de algunos sectores, por lo que se provocan escándalos o acusaciones de estar atacando la fe. La exégesis es un aporte a la fe. ¿Cuestiona cosas? Obviamente, como en la vida cuando alguien más conoce y se anima a ver otras perspectivas, te moviliza. Eso es madurar, crecer, animarse, salir del confort doctrinal.

"En algunos ámbitos se dice que esto hay que estudiarlo pero no decírselo a la gente. Eso me molesta muchísimo"

- O sea que esto también le puede servir a la Iglesia para actualizar su discurso.

- De hecho, la Iglesia promueve los estudios científicos. Los va recepcionando de diversas maneras. En algunos casos tiene más reservas, como ha pasado muchas veces a lo largo de la historia, o todavía no alcanza a ver determinadas cosas. Pero nunca está en contra de estos estudios, sino que los favorece más allá de que pueda tener sus reservas frente a determinadas conclusiones. Por ejemplo, un documento sobre la Biblia que fue el Concilio Vaticano II en 1965 tiene una postura maximalista, en el sentido de que los evangelios son históricos y que la Iglesia siempre ha defendido. Pero hay documentos muchos más recientes en los cuales se afirma que con los relatos del nacimiento de Jesús, allí se subordina la historia a la teología. Significa que no tenemos que tomarlo como histórico, que pretenden vehicular una idea teológica, pero no un acontecimiento histórico.

- ¿Sería una idea teológica que tiene un fin evangelizador?

- Podríamos decirlo así. Transmitir la fe y presentar la figura de Jesús. Dicho de otra manera, no tenemos que interpretarlo 100% como historia, hay un cambio. Sobre la historicidad de los evangelios, hoy cualquier biblista puede saber que tenemos elementos históricos pero envueltos en ropajes teológicos diversos. Incluso tenemos cuatro versiones que no son iguales. Tenemos muchísimas divergencias. De la resurrección, hay dos fuentes que mencionan que Jesús resucitado se aparece en Galilea, en un monte, al norte. Y dos relatos dicen que la primera aparición fue en Jerusalén, al sur. Esto muestra que en la Biblia hay divergencias y que no podemos tomar todo al pie de la letra. ¿Hay un núcleo histórico? Sí, pero no es tan evidente, por lo tanto se requiere un trabajo del exégeta que se dedica a ese ámbito.

- Convengamos que ya demasiados milagros se le atribuyen a Jesús como para encima hacerlo resucitar en dos lugares diferentes…

- Claro (risas).

- Y dentro de tu trabajo como especialista en la Biblia, ¿por qué elegiste el campo del Jesús histórico y qué importancia tiene diferenciarlo de aquel que transmite la Biblia?

- Siempre fue un ámbito que me apasionó. Yo me formé en Córdoba y cuando tuve la oportunidad de especializarme en Roma uno de los cursos que tomé fue justamente del Jesús histórico. Ese curso fue un antes y un después. Yo mismo venía de una idea en la que prevalecía esa concepción maximalista que mencionaba antes, que los evangelios son históricos. Una vez que me interioricé de esta otra perspectiva me fue atrapando cada vez más. Creo que estos estudios tienen un lugar importantísimo en nuestra cultura, más allá de la práctica de la fe. Es un ámbito de investigación cultivado no solamente por creyentes sino también por historiadores, tengo conocidos agnósticos y ateos que estudian la figura del Jesús histórico. Va más allá del ámbito confesional. Y para quienes lo hacen de manera confesional, es sin dudas un enriquecimiento porque ayuda a tener una mirada diversa y a distinguir lo que ha sido su figura histórica de ese proceso de tradiciones y reinterpretaciones.

- ¿Qué hacemos entonces con este Jesús milagroso que multiplicaba el pan y los peces, que caminaba las aguas y que nació un 25 de diciembre?

- En primer lugar, yo le diría a cualquier creyente que se pueda sentir asombrado por todo esto que no tenga miedo, porque lo que estoy diciendo se dice en cualquier centro universitario o académico. La Iglesia no se opone a esto. Hay universidades en las cuales se tocan estos temas. Me animaría a decir que no tengan miedo de conocer. Claro que cuestiona cosas. Rafael Aguirre, un sacerdote y especialista, dice que los estudios del cristianismo primitivo son invalorables porque ayudan a replantear un montón de cosas, cuestiones que desde algunos ámbitos se dice que esto es así y punto. Un biblista dice: ¿usted estudió? ¿sabe la complejidad de problemas que hay en los testamentos, ya comenzando por el texto bíblico mismo? Porque no tenemos los originales, sino copias de copias de copias. Entre los seis mil manuscritos que tenemos del nuevo testamento, hay divergencias. Algunos calculan 300 mil o 400 mil divergencias, la mayoría no grandes, pero otras sí. Ya el texto mismo bíblico. Ni hablar de la traducción, la interpretación.

"Yo le diría a cualquier creyente que se pueda sentir asombrado por todo esto que no tenga miedo, porque lo que estoy diciendo se dice en cualquier centro universitario o académico. La Iglesia no se opone a esto".

- Si Jesús no nació un 25 de diciembre ni en Belén, ¿qué se celebra entonces ese día?

- La Biblia nunca dice que nació el 25 de diciembre y la Iglesia tampoco dice que históricamente sea así. La Iglesia misma acepta que es una fecha convencional, porque se adopta en un determinado momento. Otro punto es el nacimiento en Belén. Hoy la mayoría de los exégetas sostiene, conociendo que los relatos del nacimiento no son informaciones históricas, que en realidad Belén es una construcción teológica. ¿Por qué es importante que nazca en Belén? Por la necesidad de subrayar su condición de mesías y justamente en la Biblia de David el mesías había nacido en Belén. Por lo tanto la mayoría de los intérpretes consideran que Belén ha sido una construcción. Hay muchísimas probabilidades de que en realidad su nacimiento haya sido en Nazaret o en Galilea.

- ¿Cómo vas desarrollando y publicando tu trabajo, lo que vas investigando?

- Fundamentalmente a través de la docencia, estoy trabajando en una escuela bíblica online que se llama Limud, de Perú. Tengo diversos participantes en los cursos, hay mucho interés. También lo he hecho a través de publicaciones. Publiqué un volumen y en un determinado momento se complica más escribir, yo soy bastante minucioso y detallista, no largo un libro simplemente para cubrir un pedido. En este momento se me hace más complicado.

- ¿Y cómo hacés desde San Francisco para acceder a esos documentos e investigaciones históricas?

- Cuando volví de Alemania, más allá de alguna que otra cerveza obligada, no tuve ningún gasto porque tenía una beca que me permitía solventar los estudios. Aproveché esa beca para los libros y tengo una biblioteca particular bastante nutrida. Por otro lado en algunas universidades hay acceso online a revistas especializadas, hay muchísimo material.

- Para terminar: ya no sos sacerdote, ¿estás alejado de la Iglesia? ¿te seguís considerando un hombre de fe?

Siempre comento que tengo una relación muy amena, muy sana, con la Iglesia. Incluso con el obispo también, cada tanto hay un intercambio. No es que he roto con la Iglesia, sino que hubo una decisión en relación con el ministerio, por diversas razones. Con varios sacerdotes tengo contacto.

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