Kioscos saludables: "Hay escuelas que dieron el ejemplo, pero cuesta el cambio"

La licenciada en Nutrición Laura Granado, que integra el equipo de Recreo Salud de la Secretaría de Salud municipal, explicó cómo muchas escuelas ya han adoptado esta medida y que los verdaderos multiplicadores del cambio de hábito son los alumnos.

Programas - Yo Digo 12/06/2019

Días atrás, una nueva escuela se sumó a "Kioscos Saludables", una propuesta del grupo Recreo Salud, perteneciente a la Secretaría de Salud de la Municipalidad de San Francisco que busca ofrecer alimentos saludables a los estudiantes en los colegios.

La licenciada en Nutrición Laura Granado, integrante de ese grupo, dialogó con Yo Digo, el programa que conduce Melina Barbero en El Periódico TV y explicó los alcances de la medida así como el objetivo que se busca con su implementación.

¿Cómo surge el grupo “Recreo Salud” y cómo nacen los “Kioscos Saludables”?
Esto comienza en 2010 con el nombre Salud Escolar y después le modificamos el nombre. Surge a través de un proyecto de ley que dice que los niños, especialmente en la etapa escolar, necesitan una alimentación variada. Entonces se propone crear espacios con alimentos vitales, habituales, energéticos y protectores, para que cubran las horas que están en clase en contraposición con los alimentos no protectores, ocasionales y desvitalizados, que son los más ricos en componentes aditivos y no son energéticos.

¿Cuántas escuelas forman parte?
Son 18 escuelas. Es optativo. Las escuelas eligen, porque a veces no tienen recurso humano para atender los kioscos.

Hay un compromiso en quienes adhieren…
Las mismas docentes, las madres de la cooperadora, son las que más de una vez elaboran, por ejemplo, el pororó, que parece simple pero hay que estar para que salga bien, que es un alimento fácil de manejar, energético y económico. A veces bizcochuelos, que están dentro de los alimentos saludables. Nosotros damos una lista de alimentos que debe contener sí o sí el kiosco. Se calcula en este momento que un 70 por ciento de los alimentos que ofrecen son saludables contra un 30 por ciento de alimentos no saludables u ocasionales. Pero en realidad habría que apuntar al cien por ciento.

¿Se puede lograr? ¿En cuánto tiempo?
Desde los nueve años que estamos trabajando en este proyecto nos ha llevado tiempo, esfuerzo, charlas educativas, toma de conciencia de más que nada las cabezas de las instituciones, las referentes, que son las directoras. Si la directora toma conciencia del cambio, ella es la que va a estar supervisando y atenta a todo este cambio. Luego eso se multiplica. Empezamos trabajando desde los jardines, porque la etapa preescolar es fundamental para la fijación de los buenos hábitos alimenticios. No es sencillo, porque en San Francisco tenemos una cultura alimentaria básicamente italiana y española, donde la hora de la mesa es muy importante. Hemos notado un consumo muy alto de alimentos ricos en grasas, harinas y azúcar, que son los que hay que empezar a disminuir. Otro foco que hacemos es en la sal, el cloruro de sodio. En Argentina tenemos que consumir más o menos 5 gramos de sal y estamos consumiendo de 12 a 15 gramos. El objetivo es prevenir enfermedades crónicas no transmisibles.

¿Qué consecuencias trae una mala alimentación?
De acuerdo a las estadísticas hay un 35 por ciento de chicos de entre 13 y 17 años que tiene sobrepeso u obesidad. Hay un porcentaje alto de hipertensión, hay chicos que a partir de los 9 años tienen colesterol elevado. Eso es porque se fue a lo fácil, la comida rápida, acompañado por un ambiente obesogénico, la televisión, la comida rápida, el delivery y todo lo que nos ofrece el mercado que es ultra procesado y desvitalizado. Empiezan las señales desde una temprana edad, y lleva al sobrepeso, diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares. Las cifras según las estadísticas son altas.

¿Qué balance hacen de la implementación de estas medidas?
Hay escuelas que pensábamos que nos iba a costar y dieron el ejemplo. Hubo muchas sorpresas, se han sumado más padres a la concientización, pero cuesta el cambio, porque hay una resistencia al cambio de hábitos respecto a lo conocido, una adecuación emocional con lo que me es realmente placentero. Tenemos el tema de la palatabilidad, que es la recompensa hedónica, lo que me resultó placentero en la etapa inicial. Cuesta renunciar a ese recuerdo de lo que comíamos cuando éramos chiquitos, las características organolépticas de algo que nos da placer, es como un tesoro que queremos guardar. Entonces nos cuesta renunciar y poder elegir algo que no está identificado como tan placentero. Mucha gente prefiere renunciar a cualquier cosa pero no renunciar a comer algo. Y eso tiene que ver con una cosa más profunda, que es la de quedarse fijado en una etapa oral, a una cosa más de falta de madurez, de crecimiento cuando en realidad el crecimiento lo dan biológicamente los alimentos más nutritivos y energéticos.

¿Cuáles son los pasos que deben seguir las escuelas para sumarse a “Kioscos Saludables”?
Deben acercarse a la Secretaría de Salud de la Municipalidad de San Francisco, comunicarse con el grupo Recreo, y nosotros les vamos a dar las indicaciones respecto a cómo manejarse con el kiosco y a través de la jornada extendida, que es un tema no menor.

¿Qué objetivo se proponen?
El objetivo es que puedan sumarse más padres a las charlas, que puedan modificar la concepción los directivos, que los funcionarios puedan también tomar conciencia de la importancia de esto, y que los chicos sigan multiplicando. En realidad los verdaderos multiplicadores de salud son los chicos. Y a través de eso toman conciencia los padres. El tema de la conducta también es importante. El momento de comer debe ser en paz, sin pantallas, sentados y masticando, teniendo en cuenta los cinco sentidos. Estamos tratando de lograr que se incorpore, se internalice.

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